Este artículo realiza una exploración respecto al complejo proceso del duelo, y su importancia en las diversas pérdidas que vivimos a lo largo de la vida, ya sea un vínculo de pareja, una amistad, un familiar o las pérdidas generadas por las enfermedades y en última instancia la muerte.
El duelo es un proceso, en el que intervienen emociones, sentimientos, pensamientos y conductas y como proceso necesita ante todo del elemento tiempo, también es importante conocer sus características, ya sea que estemos nosotros o un otro frente a una pérdida real o simbólica.
La vida es constante transformación y cambio, en la mayoría de casos estos son no deseados, irrumpiendo en nuestro guión personal y vital exigiendo el uso de todos nuestros mecanismos de afrontamiento y adaptación para poder continuar, soltar y liberar los esquemas y vivencias pasadas.
Se sabe que no todos los procesos de duelo necesitan asistencia o ayuda psicoterapéutica, en muchos casos es suficiente con el tiempo, los rasgos de la personalidad, los recursos y las redes de contención sociales de quien padece la pérdida. La idea no es ver desde la patología los procesos de duelo, pero es importante reconocer que en otros casos si es necesaria la ayuda psicológica o profesional.
Cito a la psicoterapeuta española Alba Payás Puigarnau, para comprender lo que Sí es y No es el Duelo:
“El duelo no es un desorden de conducta aun cuando produzca alteraciones en la conducta; el duelo tampoco es un conflicto intrapsíquico, aunque genere sufrimiento intrapsíquico. El duelo es la pérdida de la relación, la pérdida del contacto con el otro, que rompe el contacto con uno mismo. Es una experiencia de fragmentación de la identidad, producida por la ruptura de un vínculo afectivo: una vivencia multidimensional que afecta no sólo a nuestro cuerpo físico y a nuestras emociones, sino también a nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos, a nuestras cogniciones, creencias y presuposiciones y a nuestro mundo interno existencial o espiritual.” (Payás, 2010)
Por eso el duelo se entiende como un proceso normal, sin embargo para algunos puede devenir en un duelo patológico o no resuelto ya sea por; una enfermedad, la muerte, el quiebre de un vínculo emocional con otros, el cierre de distintas etapas y ciclos vitales.
Ningún duelo es más o menos importante, porque quien lo padece y atraviesa considera ese sufrimiento y dolor tan real y poderoso como el de otro, el respeto por la subjetividad y tiempos de quien pierde algo o alguien, es tan importante como el no esperar de esa persona que de un día para otro olvide, no piense, no hable o no se exprese.
Entonces comprendamos el para qué del duelo:
- Reestructurar la fragmentación interna que conforma nuestra identidad.
- Conectar con esa parte de nosotros que se va con quien o lo que perdemos.
- Nuevos procesos que permitan conectar con el mundo interno y con quienes nos rodean en el mundo externo.
- Fortalecer y generar relaciones interpersonales que nos contienen y acompañan.
- Reorganización a nivel conductual y cognitivo.
- Reconstrucción de significados ampliando los esquemas previos sobre sí mismo, sus relaciones y su vida.
- Rol activo frente al proceso, con respeto y empatía.
- Adaptación gradual a las nuevas rutinas y experiencias vitales.
- Afrontamiento adaptativo del dolor y sufrimiento.
Como podemos ver, el duelo tiene un sentido, como proceso atraviesa diferentes etapas y fases, sin embargo es un proceso subjetivo, único y particular de quien lo vive. No es esperable pedirle a quien pierde algo o alguien que sienta, piense y actué como quisiéramos nosotros o como se espera socialmente, pero sí podemos ver si existen dificultades u obstáculos mayores para ayudar y asistir desde el respeto y amor a quien lo necesita.
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Gracias.
Bibliografía
Payás, P. (2010). Las tareas del duelo. Barcelona: Paidos.
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